dimarts, 7 de març del 2006

Ciudadanos de España


El nacimiento de la nueva formación política Ciutadans de Catalunya es una buena noticia. Pasar de la foto inicial de quince intelectuales quejumbrosos a un teatro con ochocientos afiliados entusiastas es toda una novedad. Los intelectuales no siempre recorren el trecho que separa el dicho del hecho. Esta vez sí, aunque no todos. Curiosamente los que se han borrado son los que mejor escriben. Los otros ahora Ciudadanos de España ya están dentro del juego, por más que reafirmen su voluntad de figurar en un discreto segundo plano. Pronto EDCB (por Espada, De Carreras y Boadella) ya no podrán hablar de la clase política catalana como si no fuera con ellos ni sustraerse a las miserias de la lucha partidista. En campaña electoral, no podrán opinar en los foros públicos sin firmar asociados a las siglas de su partido político, sean éstas las que al final sean. Deberán participar en reuniones donde se decida qué eslóganes usar y contratar asesores de todo tipo para los candidatos que finalmente decidan poner al frente de su proyecto. Su nombre actual, tan tarradellista,les empuja por el abúlico pendiente de la previsibilidad. ¿Serán capaces de evitar la tentación de usar un tópico "ja som aquí" en el día de su constitución? Finalmente, los resultados en las urnas reflejarán la medida exacta del calado social de su mensaje. Sean cuales sean sus resultados, al día siguiente de su debut electoral deberán buscar la manera de decir que han sido un éxito. De entrada lo tienen bastante bien, porque parten de cero, pero si no se alejan demasiado del punto de partida comprobarán que en los barrios extraparlamentarios hay muy pocos micrófonos. Ochocientos afiliados les pueden parecer muchos, pero esa cifra les equipara a una docena de formaciones del arco extraparlamentario.

En cuanto a su ideario, destacan dos mensajes a la contra: dicen ser no nacionalistas e ir contra el establishment.Ambos enunciados me atraen, pero les encuentro dos pegas. Un verdadero no nacionalista debería estar en contra de todos los nacionalismos con una intensidad proporcional al poder que ejercen sobre él, y en su discurso no hay ni una sola alusión al nacionalismo español. ¿Acaso no existe? ¿Acaso no es mucho más poderoso que el catalán o el vasco? ¿No dispone de instituciones, ejército, símbolos, catecismo y medios de comunicación afines? Espada habla de "expulsar el nacionalismo del espacio público" y los nacionalistas españoles le aplauden. ¿Bono no entra en sus planes de expulsión? ¿Y Zaplana? El establishment más poderoso es el español, contra el cual estos no nacionalistas no dicen ni mu. Tal vez porque su discurso - ellos aún no- forma parte de ese establishment que no tienen intención de combatir. Lo establecido, hoy, es el Estado tal como lo define la Constitución. La paradoja es que, defensores como se proclaman de la unidad de España, limiten su campo de acción a Catalunya, como si ya fuera un sujeto político independiente. ¿Qué opinión les merece a estos no nacionalistas la política lingüística balear y valenciana? ¿Con qué argumentos hablan de ninguneo quienes disponen del aliento inquebrantable de la Brunete mediática? ¿En qué difieren de Vidal-Quadras? Y, sobre todo, ¿dónde está su equivalente no nacionalista en España?

Màrius Serra 07/03/06

LA VANGUARDIA