dimecres, 26 de setembre del 2007

article de Pasqual Maragall al diari ADN



Vascos y catalanes


Felipe González, según nos recuerda Patxo Unzueta, dijo hace años que respetaría el Estatuto que los vascos hubiesen aprobado con la sola condición de respetar la Constitución. En nuestro caso no fue así: Zapatero, inquieto por la magnitud de la propuesta estatutaria catalana, pactó su recorte con los nacionalistas catalanes y con el presidente de la Generalitat. Pero añadió una condición: el presidente de la Generalitat, después de aprobado el Estatuto, tenía que dimitir. Esta condición no se la puso a Josu Jon Imaz en circunstancias parecidas. Pero Josu dimite. ¿Qué será que siempre se termina así?
Imaz había hecho una propuesta a la canadiense: Quebec sería independiente sólo si una mayoría clara lo reclamaba en referéndum. Allí se hizo y los independentistas perdieron. Asunto zanjado. En Flandes, igual. Imaz proponía, no exactamente lo mismo, pero sí algo parecido: no impedir, no imponer. Los nacionalistas vascos no imponen, sino que pactan en Euskadi un texto con las otras fuerzas, a condición de que esas fuerzas renuncien a hacer la puñeta luego en Madrid.
¿Qué ha pasado? Que el PNV ha tomado la propuesta Imaz por bandera, ha aceptado su dimisión, y se dispone a defenderla en Madrid.
Estamos expectantes. Si la tocan, ¿qué pasará? Aquí la tocaron en las Cortes, pactamos soluciones y se aprobó en referéndum. Veremos los vascos.

Pero ahora resulta que el TC puede impugnar artículos del Estatuto catalán, lo que nos pondría a los pies de los caballos frente al pueblo que refrendó lo que le propusimos que ratificara. Supongo que, por eso, los vascos se quieren asegurar de que no habrá retoques, creen que así no ha lugar a recurso. Pero ¿no puede, por ejemplo, recurrir el defensor del pueblo? ¿Cómo acabará todo esto?
Estamos expectantes.