1.- El 3-4-3 anunciado al conocer la alineación ha sido, en realidad, un 3-1-3-3 totalmente “bielsano”. Mucho más cruyffista que Cruyff, Pep Guardiola se ha encomendado a su amigo Bielsa para dar una nueva vuelta de tuerca en la evolución del Idioma Barça, que cada temporada da pasos adelante en el ámbito táctico. El de ahora ya es el Barça 3.0, capaz de alinear al 'doble Messi', o sea, a Messi y a Cesc haciendo de Messi. Adelantemos ya que la evolución no se detendrá aquí: en partidos menos arriesgados del Camp Nou veremos este año un 2-3-3-2 jugando en apenas 30 metro, pero no hay que fijarse en el dibujo, que sólo es un dibujo. Lo que importa de verdad es la idea, el sentido del juego, la intención y el movimiento perpetuo. Los conceptos, no un dibujo.
2.- Guardiola siempre confecciona las alineaciones pensando en cómo atacar al rival y nunca en cómo defenderse de él. El 11 de hoy es fruto de esa idea. No es una ‘boutade’ para aparentar, ni una ‘guardiolada’ sin sentido, sino una decisión meditada y estudiada. Podía haber salido mal, por supuesto, porque las decisiones pueden ser erróneas, pero nunca caprichosas. La realidad del partido ha demostrado el acierto de la decisión.
3.- Dijo Arrigo Sacchi que la evolución del fútbol pasaría por convertir todo el terreno de juego en un centro del campo y llenarlo de centrocampistas (no sé si empleó exactamente estas palabras). Pep escuchó aquello y el Barça está por la labor. Seis centrocampistas en la alineación inicial más Messi, que lleva dos años siendo un centrocampista más, un todocampista-goleador, rara avis, especie singular. Con esos 7 centrocampistas, el juego de posición adquiere una dimensión desconocida y se acerca a la profecía de Sacchi. La fluidez deviene en movimiento perpetuo (“perpetuum mobile”).
4.- Cesc & Messi Sociedad Limitada. Se conocieron siendo niños, coleccionaron cromos juntos y aprendieron los trucos en la vieja pizarra verde de La Masia. El retorno de Fàbregas es la mejor noticia del año para el Barça. Ya no por lo que supone de futuro, sino por lo que implica en el presente rabioso. Los viejos socios vuelven a encontrarse y repiten maniobras. Como cuando jugaban a las chapas y barrían en cadetes. No han perdido el aire pícaro de los partidos infantiles. Ni siquiera necesitan mirarse: se presienten.
5.- El verdadero precio del fichaje de Cesc lo hemos conocido en las últimas 96 horas. Desde el viernes en Mónaco hasta hoy en el Camp Nou, pasando por la masacre de Old Trafford. Su precio ha sido una cosa. Su valor, otra muy distinta. Muy superior. Good Buy, decian en Londres. Good Buy, en efecto, ahora que se ha integrado en un ecosistema futbolístico en el que aún puede explotar más.
6.- La conducción de Thiago en el primer gol, acompañado por Cesc, es de manual. Media defensa rival espera el pase a Fàbregas y se va tras él, ayudada por el amague de Thiago, amague de cuerpo y de rostro. Incluso Diego López bascula hacia Cesc, como queriendo adelantarse al inminente remate. Y cuando ya toda la estructura defensiva está desequilibrada, Thiago emplea la pierna izquierda para cruzar donde nadie la espera.
7.- Thiago ha perdido un balón en la zona central y en vez de quedarse mirando, como hacía, ha corrido a defenderlo (por cierto, de forma espléndida). Ese es el cambio que le pedía Pep desde hace un año y que no llegaba. Ya está aquí.
8.- El debate del verano en Barcelona versó sobre las incompatibilidades. Teniendo tan cerca al equipo y a Guardiola, ¿a qué vino semejante debate?
9.- Villarreal sin balón es como un jilguero sin alas. Lucha y se esfuerza denodadamente, bien plantado en el campo, cubriendo huecos, pero persigue gacelas. Siete gacelas en concreto, más dos zorros en las bandas (Pedro y Alexis). Persecución imposible por más voluntad que han derrochado los de Garrido. El Villarreal está construido para tener el balón y adquiere sentido a partir de él. Sin cuero, no hay Villarreal. Y sin Cazorla, menos.
10.- Los extremos del Barça no pueden medirse por el número de veces que tocan el balón. Ellos no están para atacar, sino para defender. Los amigos chilenos deberán reconvertir su forma tradicional de interpretar el fútbol: Alexis Sánchez ya no es un delantero. Ahora es un defensa. Está para ‘estirar la lona’, la misión que en el Barça reciben los atacantes. El Barça defiende en el área rival. Es así. No hay más. Alexis lo hará muy bien en esa función.
11.- La reconversión de Keita como mediocentro de posición. Lo que nos quedaba por ver: que fuese ancla y eje del equipo. Tras las reconversiones anteriores de Abidal, Mascherano, Messi o Busquets, la de Keita parecía la más ardua, casi un imposible, pero Pep se ha empeñado en ella y, contra todo criterio, va camino de conseguirlo.
y 12.- Y Valdés.