dilluns, 17 de gener del 2005

Fin del cachondeo

LO QUE realmente pone nervioso en Madrid es Catalunya más que los vascos

FRANCESC-MARC ÁLVARO - 17/01/2005

Van a perdonarme ustedes que me autocite, no lo tengo por costumbre. El pasado 19 de abril, en pleno orgasmo general de la crédula opinión catalana por los goces del nuevo talante, escribí en estas páginas: "El PP tendrá también mucho que decir sobre el diámetro reformista de Zapatero, puesto que todo lo que definirá un nuevo futuro es susceptible de ser etiquetado como cuestión de Estado". A los que venimos repitiendo esta evidencia nos han dicho de todo desde hace meses: aguafiestas, resentidos, agoreros. Servidor siempre replicaba que se trata únicamente de saber algo de historia, de no perder la memoria y de practicar la decepción preventiva, para que los hechos no nos pillen en bolas. Por eso puedo afirmar, sin miedo a ser tildado de "profeta del día después", que el abrazo entre Zapatero y Rajoy estaba escrito, era sólo cuestión de tiempo. Si no hubiera sido el plan Ibarretxe y su corolario de histeria, desinformación y caspa rojigualda, algún otro asunto habría servido para que el presidente y el jefe de la muy leal oposición nos hicieran la escena del sofá con final feliz.

Considero un detalle menor que los fans de ZP nos vendan que se trata de un acercamiento del PP al buen rollito y que los hooligans del empleado de Aznar insistan en que se trata de una clara cesión del PSOE para salvarse de la quema. No perdamos ni un minuto en ello. Las acciones, finalmente, serán iluminadoras y quedará claro aquello que repitió Josep Pla: "Lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas". También quedará claro -como se vio en la transición- que en Madrid lo que realmente pone nervioso es Catalunya más que los vascos. Hagan memoria: el retorno de Tarradellas fue la gran operación de Estado que nos comimos con patatas como si fuera una victoria del seny,pero fue la mejor jugada de Suárez contra los partidos catalanes.

Así que, como ya advertimos hace dos semanas, aprovechando que el río revuelto de Ibarretxe pasaba por aquí, la reforma de nuestro Estatut catalán se verá sometida al tutelaje férreo de los dos grandes partidos nacionalistas de España, PSOE y PP. Este cronista no había dudado ni un segundo que sería de este modo. Exactamente igual como ocurrió después del golpe de Estado de Tejero, pero sin dramatismos. Rebobinen, por favor: el 24 de febrero de 1981, veinticuatro horas después de la intentona golpista, el Rey se reunió con los partidos presentes en las Cortes, excepto con los catalanistas y los vasquistas. CiU y PNV quedaron fuera del corro y, poco después, nos cayó encima la rebaja del proceso autonómico, la llamada Loapa; sin contar los juegos de manos de Abril Martorell y Guerra. Sus espíritus revolotean hoy sobre Rajoy y Zapatero.

Se acabó el cachondeo. Los chicos de ERC ya saben por qué Pujol hacía de viajante de comercio en Madrid y no confundía la política con las buenas intenciones. Salvo el nefasto cuatrienio 2000-2004, el ex presidente de la Generalitat siempre supo cómo tratar con el inquilino de la Moncloa. A partir de ahora, veremos y escucharemos grandes cosas. Por ejemplo, a Maragall, Montilla y Castells cuando tengan que explicar que la financiación no podrá meterse en el Estatut para no echar a perder la "indispensable" colaboración de Rajoy. La "vía catalana" tenía truco: debe poderse fotocopiar para regalar a otras autonomías. La dócil y oportunista sociovergència tragará y no tardará en recomendar que olvidemos los dineros. Me viene a la cabeza el titular de una entrevista a Rajoy, antes del 14 de marzo: "Aspiro a zanjar el problema del modelo de Esdejaría tado". Estaba muy claro: "Si gana Zapatero, gana Rajoy". LA VANGUARDIA.

1 comentari:

jesús ha dit...

Totalment d'acord.