La fuerza del no
XAVIER BRU DE SALA - 13/05/2006
Como un viento que sale de la cueva, se ha desencadenado el no. No siendo profeta, pero, eso sí, dotado de una prominente nariz, me arriesgo a pronosticar que no bajará del cuarenta por ciento. Pase lo que pase. Tanto da que el tripartito rompa o no, porque el Govern es ya interino, y el referéndum tendrá, inevitablemente, un efecto de primarias equivalente al de un juicio sobre la continuidad de Maragall, Carod y Saura. Pero eso no es lo importante. Tampoco cuentan mucho las discordias, motines o zafarranchos de abordo. Cuenta la dirección y la fuerza del viento. [...]
Es evidente que sube de intensidad, pero no conocemos su duración ni la magnitud de su ráfaga máxima (si bien no me echaría a temblar ni a prometer exvotos), pero está muy clara la dirección hacia la que empuja nuestra nave colectiva. Si de algo pueden estar seguros, es que proviene del neocentralismo español, poniente o garbinada,que nos va a situar, poco o mucho, más cerca de Europa, más lejos de Madrid. Si pocas o bastantes millas, no lo sé, pero desengáñense quienes echan primero las más gruesas maromas a los norais del muelle, porque el muelle ya no está al alcance. Desengáñense quienes arrojan anclas por la borda, porque garrean. No anuncio ni mucho menos la ruptura de España, pero sí su recomposición. El 18-J pasará a la historia como la otra cara de la moneda del compromiso de Casp. El sí al Estatut no peligra (por ahora), pero la creciente fuerza del no revolcará al recién nacido como hacen las olas rompientes con las barquichuelas. El Estatut de la Moncloa durará lo que dure la respiración artificial que se le aplique. ¿A santo de qué, si gana el sí? Por lo que les decía, que los votantes entusiastas del sí harán el ridículo, ya lo están haciendo, frente a los que estamos por el sí crítico. Después del referéndum, el sí crítico y el no, o la mayor parte del no, van a estar en las mismas, celebrarán el resultado por igual aunque hayan votado lo contrario. [...]
¿Qué ocurrirá al día siguiente? Pues depende de las elecciones. El viento sopla hacia donde sopla, pero aun no siendo muy alto el oleaje, el mar está surcado de corrientes que pueden introducir variaciones importantes. Cada cual realizará, al día siguiente, la lectura que más le convenga, no ya atendiendo a su legítimo posicionamiento de partido, sino al corto plazo de la campaña electoral. En fin, ya les digo que los rifirrafes de cubierta pueden ser muy entretenidos y hasta levantar pasiones de película de piratas, pero impiden observar la dirección del viento y el rumbo efectivo de la nave.
Recuerden todos que la historia ha ido durante por lo menos tres siglos en contra de las aspiraciones catalanas. Ahora sopla a favor. Si durante este largo periodo hemos perdurado contra viento, algo de veras meritorio, tal vez naveguemos ahora con el velamen hecho jirones, dando guiñadas con el timón. Pero el viento de la historia seguirá a favor, o sea, en contra del centralismo de Madrid. Por si fuera poco, el pueblo catalán está dejando de tener miedo. Ahora, el riesgo está en la cobardía.
LA VANGUARDIA
XAVIER BRU DE SALA - 13/05/2006
Como un viento que sale de la cueva, se ha desencadenado el no. No siendo profeta, pero, eso sí, dotado de una prominente nariz, me arriesgo a pronosticar que no bajará del cuarenta por ciento. Pase lo que pase. Tanto da que el tripartito rompa o no, porque el Govern es ya interino, y el referéndum tendrá, inevitablemente, un efecto de primarias equivalente al de un juicio sobre la continuidad de Maragall, Carod y Saura. Pero eso no es lo importante. Tampoco cuentan mucho las discordias, motines o zafarranchos de abordo. Cuenta la dirección y la fuerza del viento. [...]
Es evidente que sube de intensidad, pero no conocemos su duración ni la magnitud de su ráfaga máxima (si bien no me echaría a temblar ni a prometer exvotos), pero está muy clara la dirección hacia la que empuja nuestra nave colectiva. Si de algo pueden estar seguros, es que proviene del neocentralismo español, poniente o garbinada,que nos va a situar, poco o mucho, más cerca de Europa, más lejos de Madrid. Si pocas o bastantes millas, no lo sé, pero desengáñense quienes echan primero las más gruesas maromas a los norais del muelle, porque el muelle ya no está al alcance. Desengáñense quienes arrojan anclas por la borda, porque garrean. No anuncio ni mucho menos la ruptura de España, pero sí su recomposición. El 18-J pasará a la historia como la otra cara de la moneda del compromiso de Casp. El sí al Estatut no peligra (por ahora), pero la creciente fuerza del no revolcará al recién nacido como hacen las olas rompientes con las barquichuelas. El Estatut de la Moncloa durará lo que dure la respiración artificial que se le aplique. ¿A santo de qué, si gana el sí? Por lo que les decía, que los votantes entusiastas del sí harán el ridículo, ya lo están haciendo, frente a los que estamos por el sí crítico. Después del referéndum, el sí crítico y el no, o la mayor parte del no, van a estar en las mismas, celebrarán el resultado por igual aunque hayan votado lo contrario. [...]
¿Qué ocurrirá al día siguiente? Pues depende de las elecciones. El viento sopla hacia donde sopla, pero aun no siendo muy alto el oleaje, el mar está surcado de corrientes que pueden introducir variaciones importantes. Cada cual realizará, al día siguiente, la lectura que más le convenga, no ya atendiendo a su legítimo posicionamiento de partido, sino al corto plazo de la campaña electoral. En fin, ya les digo que los rifirrafes de cubierta pueden ser muy entretenidos y hasta levantar pasiones de película de piratas, pero impiden observar la dirección del viento y el rumbo efectivo de la nave.
Recuerden todos que la historia ha ido durante por lo menos tres siglos en contra de las aspiraciones catalanas. Ahora sopla a favor. Si durante este largo periodo hemos perdurado contra viento, algo de veras meritorio, tal vez naveguemos ahora con el velamen hecho jirones, dando guiñadas con el timón. Pero el viento de la historia seguirá a favor, o sea, en contra del centralismo de Madrid. Por si fuera poco, el pueblo catalán está dejando de tener miedo. Ahora, el riesgo está en la cobardía.
LA VANGUARDIA
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